QUE
DISTINTOS SOMOS…. PORQUE SOMOS MILLONARIOS
Por: Cristian Duvan Heredia - Barra Academiazul
Los que ayer vimos el denominado ‘súper clásico’ entre Millonarios y
Nacional tuvimos la oportunidad de experimentar una sensación que ningún hincha
de otros equipos en Colombia, a mi modo de ver, ha experimentado antes, una
sensación que hoy ante la palestra pública nos otorga un puesto de honor en el panteón de los héroes caídos en batalla.
Y fue eso… una batalla digna
de un filme de corte hollywoodense, digna de contar y de ser retratada por los
7 millones (o más) de hinchas de Millonarios según el último censo de la
empresa Gallum. Hay que admitirlo: fue una noche de horror, negra y oscura como
la camisa que uso ayer el equipo para afrontar el partido, porque en el primer
tiempo el rival nos pasó por encima mientras el equipo, impávido, veía a su
contrincante de turno desplegar su poderío táctico en el terreno de juego.
El punto álgido de la
historia de la noche del 16 de abril de 2013 llegó cargado de una sorprendente
dosis de drama al ver como Jorge Perlaza, el único jugador de Millos que en el
primer tiempo procuraba hacer algo por el partido, caía victima de una lesión
que lo marginará de la actividad física, al menos, 5 meses. Recompensa injusta para
un guerrero que lo dejó todo por el equipo anoche en el terreno de juego, pero
así es el fútbol, y con frecuencia nos pinta dichos matices.
Pero lo que no esperábamos muchos
(por no decir que todos los hinchas del equipo Albiazul) fue ver que en la
siguiente jugada del partido también caía impotente en el ‘terrible césped’ del
estadio Atanasio Girardot Juan Esteban Ortíz, quien también estará fuera de las
canchas entre 5 o 6 meses debido a una lesión de ligamentos en su rodilla
izquierda. El estratega Hernán Torres (porque ayer demostró realmente que
merece ser llamado así) se vio forzado a realizar 2 cambios para solventar la
situación, que a la altura del minuto 40 del primer tiempo, padecía el equipo
en la cancha… la situación pasaba de castaño a oscuro, pero aún quedaba más.
Corrían apenas 7 minutos del
segundo tiempo cuando nacional abrió el marcador, y cuando el equipo embajador parecía
levantarse del letargo vivido en el primer tiempo, llega la expulsión de
Leonard Vásquez. Muchos pensamos en aquel instante “esto debe ser una broma”, “debe
ser una pesadilla”, pero lamentablemente Millos se quedaba con 10 en la cancha.
Alguna vez César Luis
Menotti, técnico campeón del mundo con Argentina en 1978, dijo que “La lógica
en el fútbol existe (…) Por ejemplo, cuando un equipo se queda con un jugador
menos en la cancha la lógica apunta a que el otro equipo arrolle con su rival
en la cancha, además que es la mejor forma de respetarlo”. Sin embargo, fuimos
testigos de como nacional decidió renunciar a ampliar el marcador cuando con
facilidad pudo haberlo logrado, y vimos como Millos, en medio de todas sus
limitaciones, se avocó en busca del empate sin ser preciso y contundente en su
juego.
Cuando pensábamos que el empate
era posible, al minuto 73 de partido se lesiona Yuber Asprilla, que había
reemplazado al lesionado Jorge Perlaza, y que se había constituido en la
principal esperanza para pensar siquiera en el empate por su estilo de juego.
Una desgracia, tras otra, y tras otra en un partido… y Millos: bien gracias,
con 9 en la cancha, y para agravar la situación, sin médico, pues el galeno
Haroldo Yepes estaba en una clínica de la ciudad de Medellín con Jorge Perlaza.
Tanto infortunio en un solo
partido parecía mentira. No obstante, con 2 jugadores menos que su rival,
Millos nunca renunció a su misión inmediata: empatar el partido. Los 9
jugadores que aún estaban en el gramado del Atanasio comprendieron la real
envergadura de jugar un partido de tal importancia para la hinchada embajadora
como lo es contra el eterno rival.
Y el equipo ratificó dicha
intención cuando al minuto 84 de partido Jhonny Ramírez recupera una pelota, se
la da a Máyer Candelo que la filtra entre los 2 volantes tapón de nacional para
Harrison Otálvaro, que saca un derechazo mágico de algo menos de 30 metros imposible
de contener para el portero Cristian Bonilla. No puedo decir que fue sorpresa
porque quedaría como un mentiroso, pero ante todo pronóstico, Millonarios
empataba el partido, y la hinchada en las redes sociales deliraba y soñaba con
lo que podría ser una ‘epopeya’ de dimensiones colosales.
Minuto 88: El árbitro
expulsa injustamente (a mi modo de ver) a Román Torres tras una falta que le
costó la doble amarilla, pero que ni siquiera daba para amonestación al central
panameño al servicio de Millonarios. Inesperadamente el equipo quedaba con 8 en
la cancha, pero aún así, nacional no reaccionaba y Millos se dedicaba a lo suyo
con 8 guerreros en la cancha. Los jugadores del equipo paisa comenzaron
indiscriminadamente a pedir tiempo, ahora la angustia pasaba para el otro
bando, y era Millonarios quien tranquilamente esperaba el trasegar y el devenir
de lo que quedaba de partido, pues ya no tenía nada más que demostrar… lo había
dejado todo en la cancha.
No obstante, no toda epopeya
tiene su final feliz, y nacional terminó ganando el partido a pesar del
esfuerzo casi sobrenatural de los 8 jugadores del elenco capitalino que
terminaron el partido. A pesar de esto, fueron los hinchas de nacional los que
terminaron con el rotulo de ‘vergüenza’ (peyorativo usado en gran cantidad de
publicaciones del equipo verde), y los hinchas de Millos los que acabamos
álgidos, orgullosos, con la cabeza en alto, y con una lágrima de felicidad en
el rostro por lo visto en el terreno de juego.
Un orgullo sustentado en el
sacrificio de los 8 gladiadores que terminaron el partido, un orgullo cimentando en el placer de ver jugar a Elkin Blanco como un central más, a
Jhonny Ramírez como lateral derecho, a Máyer Candelo como un volante de
recuperación… en fin, a todo al equipo realizando labores tácticas fuera de sus
funciones habituales, desprestigiando las declaraciones dadas por el diario ‘El
Tiempo’ 6 horas antes del partido en la que se manifestaba un malestar en el
equipo, malestar que ayer no vi.
Lo de ayer fue una lección
para el equipo dirigido por el estratega Hernán Torres que no permitió que el
equipo se moviera de su planteamiento, de su libreto, de su filosofía
futbolística, y que amalgamó un trabajo en conjunto, que de continuar, llevará
al equipo a soñar en grande… de eso no me cabe la menor duda. Lo de ayer fue
una lección para todos los equipos del fútbol colombiano que exponen un fútbol
mezquino que atenta contra el espectáculo de un buen partido, y que quede como
precedente que “el fútbol no es de nombres, sino de hombres”.
Lo de ayer quedará escrito
en las innumerables páginas doradas de la historia de Millonarios, y perdurará
por siempre en la retina del hincha que sufre, goza, pero sobre todo, ama los
colores azul y blanco que por herencia o por simple gusto decidió seguir. Pero
sobre todo, lo de ayer fue la consolidación de la gran diferencia que existe
entre un equipo y otro, entre una hinchada y otra. Mientras ellos sufrían y
caminaban en la sombra de una victoria que no los sacio, nosotros inflábamos pecho
de una derrota ‘con las botas muy bien puestas’.
Concluyo diciendo ¡Qué
distintos somos! Tal vez el equipo verde de Antioquia nunca conocerá lo que es
el honor de luchar las batallas en el campo de juego, pues aún siguen en su
propio limbo auspiciado por patrocinadores que inciden en la gran mayoría de sus
decisiones (y ayer se evidenció), pero tuvieron el gran alivio de jugar con un
equipo que sabe de sobra lo que es el honor, el trabajo en equipo, el luchar
por un ideal y para un ideal los 90 minutos de juego, tanto que lo ha
demostrado a la saciedad (y el de ayer no es el único partido en donde lo ha
demostrado). Que distintos somos a nacional, y tal vez (con respeto y humildad
lo digo) a todos los equipos del fútbol colombiano, porque señores: ¡ESTO ES
MILLONARIOS!.
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